ETIOPÍA: ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ, ENTRE LA POBREZA Y EL DESARROLLO
Etiopía es un país con una extensa historia situada en el cuerno de África. A lo largo del último siglo, Etiopía ha atravesado importantes cambios políticos, sociales y económicos. Tradicionalmente un imperio gobernado por una monarquía, el país sufrió una revolución en 1974 que derrocó al último emperador, Haile Selassie, dando paso a un régimen socialista bajo la influencia de la Unión Soviética. Tras la caída de este régimen en 1991, Etiopía adoptó un sistema federal basado en etnias, lo que ha tenido un impacto significativo en su estructura política y en la cohesión social. A nivel económico, Etiopía sigue siendo un país predominantemente agrícola, aunque en las últimas décadas ha experimentado un crecimiento notable en sectores como la infraestructura y la manufactura. Esta introducción al contexto histórico y geopolítico de Etiopía sienta las bases para comprender las complejas dinámicas que han modelado su presente y su futuro.
Entre 1900 y 1950, el sistema político de Etiopía fue una monarquía cuyo principal gobernante fue Haile Selassie I, quien gobernó entre 1930-74, y se convirtió en un actor importante a nivel mundial, además de por la creación de una unión africana, por su lucha contra el fascismo. Esta última fue consecuencia de la sanguinaria invasión del país en 1935 de las tropas de Mussolini, que pretendía expandir su imperio colonial. En 1941 los italianos fueron expulsados por las guerrillas etíopes con la colaboración del Imperio Británico, restaurándose así la independencia de Etiopía. El sistema económico tenía como base la agricultura, pero a pesar de varios intentos, no se consiguió una diversidad de la economía. Este factor, unido a una inestabilidad política importante y una sociedad repartida entre unos pocos privilegiados terratenientes y un pueblo dominado, lastraron cualquier posible despegue económico del territorio.
Comenzada la década de los 60 se intentaron algunas reformas e infraestructuras, educación y creación de empresas públicas, pero los problemas estructurales las minimizaron, aunque algo se mejoró. Un año después comienza una larga y devastadora guerra territorial con una región del norte del país llamado Eritrea, quien finalmente tras treinta años de conflictos logró su independencia.
En 1974 hubo una guerra civil violenta, con muchas víctimas y hambrunas en Etiopía. Tras un golpe de estado se estableció un gobierno comunista radical, encabezado por el marxista Derg, que ordenó importantes represiones y nacionalizó tierras y empresas y aplicó un sistema de agricultura colectiva. El fracaso fue total por la caída de la productividad.
A comienzos de la década de los 90 se derrocó al gobierno comunista y tras imponerse un sistema político federal, se adoptaron reformas liberales desde un gobierno autoritario. Sus objetivos fueron el desarrollo de la agricultura, de la industria e inversiones exteriores, que dieron lugar a cierto desarrollo económico.
Entre 1995 y 2012 el país fue gobernado por Zenawi que con un sistema autoritario aplicó políticas de crecimiento y desarrollo.
En el siglo XXI, Etiopía ha sorprendido con vertiginosas tasas de crecimiento continuadas del 10% anual, fruto de la diversificación de la agricultura, grandes inversiones en comunicaciones terrestres y centrales hidroeléctricas. Pero este espectacular crecimiento ha sido atenuado por continuas guerras territoriales, por la pandemia (Covid-19) y por la alta tasa de paro. Desde el 2018 hasta la actualidad, el ministro Ahmed realizó importantes reformas y consiguió la paz con Eritrea lo que le supuso el premio Nobel de la Paz en 2019.
En la actualidad Etiopía tiene importantes desafíos tanto institucionales como sociales que cumplir.
En el plano social sería la consolidación del estado federal que otorga importante autonomía a la gran diversidad de grupos étnicos que contiene el país, pero que a su vez le crea graves tensiones y conflictos en varias regiones como la región de Tigray.
En el plano político reforzar las instituciones y liberarlas de corrupción sistemática, además de garantizar un estado de derecho en la totalidad del territorio.
En el plano económico abandonar su lugar en los últimos puestos de la lista de los países más pobres del mundo, y terminar con la pobreza especialmente en el área rural. A nivel educativo, sin duda su objetivo es mejorar la tasa de alfabetización.
Por tanto, en los últimos cien años, Etiopía ha pasado de ser un país agrícola, feudal y continuamente amenazado por conflictos armados, a una nación emergente con un sistema político federal e independiente, a pesar de las guerras. Además de un importante crecimiento, aunque con grandes problemas sociales, políticos y económicos.
Jaime Torres Cantarero