"La Maldición del Oro: La Obsesión que Arrastra a la Economía"

 

El deseo insaciable de riqueza ha sido una constante a lo largo de la historia, y uno de los símbolos más representativos de esta obsesión es el oro. En su obra "Ensayos de Persuasión", el economista John Maynard Keynes se refiere a este fenómeno como "Auri sacra fames" (la "maldición del oro"), un concepto romano q
ue refleja la adicción destructiva al oro y cómo esta búsqueda insaciable de riqueza puede arrastrar a naciones y economías hacia la decadencia.

La obsesión por el oro no solo ha sido una constante cultural, sino también una piedra angular de los sistemas monetarios durante siglos. En el caso del patrón oro, que fue central durante el siglo XIX y principios del XX, la acumulación de oro se convirtió en un fin en sí mismo, una meta a la que se sometían los gobiernos, creyendo que la estabilidad económica dependía d
e ello. Sin embargo, Keynes, en su análisis de la Gran Depresión, argumenta que esta devoción al oro es, en realidad, una de las principales causas de las crisis económicas, pues limita la capacidad de los gobiernos para responder con flexibilidad a las necesidades de sus economías.

En "Ensayos de Persuasión", Keynes señala que el problema con el sistema basado en el oro es que restringe la cantidad de dinero que los gobiernos pueden emitir. Esta rigidez, aunque supuestamente buscaba estabilidad, resultó ser un obstáculo durante la crisis económica global de los años 30. Mientras las economías caían en una espiral de deflación, los gobiernos se veían atados por la necesidad de mantener grandes reservas de oro, lo que les impedía aplicar políticas expansivas que podrían haber estimulado la economía.

A medida que la crisis se profundizaba, la competencia entre países para mantener la estabilidad de sus monedas vinculadas al oro llevó a medidas extremas como aranceles, devaluaciones competitivas y políticas proteccionistas. La obsesión por la estabilidad del oro, más que ser una solución, solo agravaba la recesión. Keynes subraya cómo, en tiempos de crisis, esta rigidez no solo es ineficaz, sino destructiva, pues no permite que los gobiernos adapten sus políticas a las realidades cambiantes.

Para Keynes, esta "maldición del oro" no es solo un problema económico, sino también un problema moral. La obsesión por acumular riqueza lleva a una distorsión de las prioridades nacionales e internacionales. En lugar de buscar el bienestar general de las personas, los países se ven atrapados en una carrera por mantener un sistema monetario rígido que no hace más que perpetuar las desigualdades y la inestabilidad. Keynes, en "Ensayos de Persuasión", aboga por un enfoque más flexible y pragmático en las políticas económicas, en el que la riqueza no sea vista como un fin en sí misma, sino como un medio para mejorar las condiciones de vida y crear prosperidad.

La lección de Keynes es clara: el oro no es la solución, ni en tiempos de bonanza ni de crisis. La verdadera riqueza de una nación radica en su capacidad para adaptarse, para crear políticas que promuevan el empleo, el crecimiento y la estabilidad social. A lo largo de la historia, la obsesión por el oro ha sido una maldición más que una bendición, y, como Keynes nos recuerda en su libro, la economía no debe estar a merced de un metal, sino al servicio de las personas.

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